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Rostros del vino de San Cebrín


El vino tiene manos, que dejan su huella en él, y tiene rostros que cuentan historias sobre él. El de San Cebrín, en concreto, cuenta historias de San Asensio, de Hormilleja y de Briones. Y lo hace por boca de quienes le han dedicado su vida. Vidas sencillas pero a la vez complejas, entregadas, sacrificadas, pero inmensamente agradecidas por lo que la tierra les ha dado. Conocer un vino también es conocer a las personas que están detrás de él.

José Jesús Negueruela Ortega nació en San Asensio hace 56 años. Pepe, como le llamamos en esta casa, es el presidente de nuestra cooperativa desde el año 2016. Es difícil sacarle de la viña. Es un hombre hablador y risueño. Con sentido del humor. Toda su vida ha girado en torno al vino. Y siempre es un placer escucharle y tener una entrañable charla con él.

Pepe, ¿cómo comenzó tu relación con el vino?

Pues empezaría cuando yo tenía 4 años, cuando mi abuelo me subía a merendar con sus amigos, que iban todas las tardes a las bodegas, y de vez en cuando me daban un traguito de vino. Recuerdo que cuando mi abuelo bajaba con el porrón a por más vino, yo debía ser muy travieso, porque me ataba con el cinturón a la pata de la mesa. Y es que los amigos de mi abuelo no se fiaban de mí (risas).

¿Cuántas generaciones de tu familia se han dedicado a la viticultura o a la elaboración de vino de Rioja?

Generaciones familiares con relación con el vino yo creo que tendré siete u ocho. Pero son tres las que yo recuerdo: mi abuelo, mi padre y yo. El trabajo de hacer vino en la bodega pasó directamente de mi abuelo a mí. Mi abuelo estuvo trabajando hasta los 80 años. Y yo empecé con 16 años.

Siempre hemos tenido viñas. Yo nací en el año 60 y por aquella época mi padre ya tenía unas 8 hectáreas de viñedo Recuerdo que ya con las mulas, en el 74, tendría unas 10 o 14 hectáreas mi padre solo, entonces yo le tenía que ayudar y solía ir en verano a labrar.

También me acuerdo que en el año 76, a mi padre le pilló el tren con un tractor y aquel año, que yo estaba estudiando, me tuve que hacer cargo todo el verano del viñedo. Toda mi vida ha sido el campo y el vino.

Cuéntanos cómo eran antes las bodegas en San Asensio

Antiguamente, en vez de depósitos eran cubas de hormigón. Las cubas tenían una altura de 1,9 metros y había cubas de 100 a 500 cántaras de capacidad. La mayoría eran de trescientas y pico cántaras. ¿Por qué era esta medida? Porque aquí en San Asensio siempre se hacía clarete. En los años 30, 40, 50 o 60, entonces venían los arrieros de Burgos y llevaban cada viaje unos 4000 litros aproximadamente en pellejos. Por eso las cubas estaban adaptadas a la manera de llevarlas a Burgos.

pellejos transporte vino

Al principio, las cubas eran de madera, aunque esas yo no las he llegado a conocer. Luego se cambiaron por las de hormigón. En nuestra bodega conservamos depósitos de cemento del año 22. En cada calado había cubas de 350 cántaras la mayoría, una de 500 cántaras y luego una de 120, que esa la usaban para trasegar. Cuando se terminaba la vendimia, esa cuba solía estar llena hasta la mitad, entonces se ponía la tapa, se echaba encima un saco y arena, el tufo de la fermentación hacía de filtro y se podía conservar hasta un año. Luego se usaba ese vino, cuando se trasegaba, para rellenar las otras.

Las cubas tenían tres agujeros, uno en la parte de abajo, por donde se sacaban las heces, y dos en frente, por donde se “cantareaba” el vino

¿Qué significaba “cantarear”?

Cantarear era cantar las cántaras que tenía la cuba cuando se vaciaba. Uno se sentaba e iba contando las cántaras que salían de ahí.

¿Cómo te definirías, Pepe?

Me considero un agricultor bueno, muy implicado con el campo y con las viñas, que casi las quiero como a mi mujer (risas). Y luego bueno, en general, esta familia se define por la inquietud de trabajar juntos, ante la imposibilidad de seguir luchando cada uno por su cuenta, gracias a lo cual nació San Cebrín. Aun con los problemas normales que surgen al juntar a tanta gente, vamos saliendo adelante.

¿Qué significa para ti ser presidente de la Junta?

Me supone a veces alegrías y, en otras ocasiones, frustraciones. A lo mejor no se hace siempre lo que quisiera yo (risas). Aunque el conjunto es positivo.

¿Qué es lo que más te apasiona de tu trabajo?

A mí lo que más gusta de mi trabajo es estar todo el día entre las viñas.

Cuéntanos una anécdota divertida que recuerdes de la bodega o de la viña

¡Uy!, anécdotas recuerdo muchas, tanto en la bodega como en el campo. Recuerdo que mi padre tenía unos amigos cuyos hijos no se habían quedado en el campo. Yo desde los 14 años, aunque estuve estudiando hasta los 19, pues siempre iba con ellos, así que era el pequeño de la cuadrilla. En aquellos años, a las bodegas teníamos que ir todas las tardes a ver el vino y lo hacíamos todo entre cuadrillas. Cuando estábamos en la bodega siempre me tocaba bajar a mí a por el vino fresco, porque esta cuadrilla mía bebían un poco más de lo normal (risas).

Las cuadrillas, cuando se reunían, echaban cuartetas. Una cuarteta muy famosa de aquí de San Asensio cuenta que estaban en el campo un tío y su sobrino y este le dijo:

—Tío, échame una cuarteta.
Y le dijo el tío al sobrino:
—“Ni en la Rusia ni en la Prusia he visto un hombre tan perdido,
inventor de la vagancia,
siempre entre tabernas metido.
tu estómago parece un lago, ¡vago!
te comerás un ciclón, ¡tragón!
y a nada tienes apego, ¡gallego!
y juro por cien eternidades que ojalá te quedes ciego,
que tienes tres cualidades:
vago, tragón y gallego”.

¿Cuál es la filosofía de la bodega?

La filosofía principal que hemos tenido en esta bodega siempre, desde el principio, es hacer las cosas bien. Ese ha sido el triunfo, hacer buen vino, de calidad y ofrecer una buena relación calidad-precio.

¿Con qué vino de San Cebrín te identificas?

Los que somos agricultores de San Asensio nos gustan los vinos del año, hemos estado siempre acostumbrados a beber vino del año y aquí tenemos unos grandes de vinos jóvenes.

¿Qué momento vive ahora la cooperativa?

Después de los momentos difíciles que hemos pasado, afortunadamente ahora vivimos un momento dorado. Además, tenemos la suerte de contar con un buen equipo de trabajadores.

¿Qué nuevos retos se le plantean a San Cebrín?

Nuestro objetivo ahora es llegar a vender por lo menos el 30% de la cosecha embotellada, que sería un logro, y que es un reto que planteamos de aquí a varios años.

Y, en segundo lugar, queremos meternos de lleno con el enoturismo. Tenemos ilusión por mostrar nuestra casa y compartir con la gente nuestra experiencia y tradición, en definitiva, nuestra identidad, la esencia de San Cebrín.